26 marzo, 2010

Aquí no huele a incienso

Aproximadamente a unos 560 kilómetros del gurú del incienso que inunda de olores persas la plaza del Salvador de Sevilla, Madrid descansa. Maneras de vivir que cantaría Rosendo en algún recoveco de Carabenchel. Por la capital nada parece despertar el entusiasmo que se vive en el Sur. Balcones engalanados, escaparates que rebosan torrijas bañadas en miel, capirotes colgados a media calle con el cartel de "se hacen a medida", y el estrés inusual en una región en permanente simbiosis con la calma soleada que se ve alterada estos días. Es la Semana Santa. Y hoy, camino de mi tierra en unas horas, los recuerdos florecen a modo de pregón matinal. A pesar de que el prisma con el que se acerca uno a la penitencia andaluza cofrade y más todavía, a la religiosa, ha virado sustancialmente -léase mucho-, la tradición del homohispalensis te tira del pantalón para que abras bien los ojos. Mi adolesciencia de pinganillo al oído para dilucidar si por la lluvia, tal o cual hermandad salía a la calle, y la de programas de mano subrayados con escuetas descripciones de los bordados de las Vígenes me queda ya muy lejos. Sin embargo, la idiosincracia de esta ciudad con un todo embaucador que te da la mano cada primavera es lo que provocará que el nerviosismo aflore cuando cruce Despeñaperros.

Hoy es viernes de dolores, y que se lo digan sino a las familias jerezanas que llevan tres meses achicando agua o a los Jiménez, Ortega, Díaz, Fernández o Ruiz de cada punto de la comunidad que intentan cuadrar sus cuentas y saldos tiznados de color grana. Son ejemplos de la circunferencia social más cercana. Pero ahora, los rezos se harán visibles en los pies descalzos del penitente tras sus imágenes devotas y en el rosario mudo y sordo de una mano piadosa que clama tiempos mejores. Parece que en Sevilla, y como dijo alguien, la primavera ha llegado para quedarse.

17 marzo, 2010

El rebaño desconcertado...(sobre Cuba)

"El rebaño desconcertado es un problema. Hay que evitar que brame y pisotee, y para ello habrá que distraerlo. Será cuestión de conseguir que los sujetos que lo forman se queden en casa (...) y se les convoque a corear eslóganes sin sentido, como 'Apoyad a nuestras tropas'. Hay que hacer que conserven un miedo permanente, porque a menos que estén debidamente atemorizados por todos los posibles males que puedan destruirles, desde dentro o desde fuera, podrían empezar por sí mismos, lo cual es muy peligroso ya que no tienen la capacidad de hacerlo. Por ello es importante distraerles y marginarles".

Noam Chomsky, El control de los medios de comunicación

11 marzo, 2010

In memoriam

Once de marzo y en la parada de El Pozo (Madrid) hace frío. Todavía faltan 20 minutos para las diez pero el sol no da calor, no sé si quiere salir. La gente en el tren no habla, ni ríe, ni calla tampoco, sólo pasa por la vía que hace seis años le hizo despertar. El Pozo es una de esas paradas donde la vida se atomiza y la ves subir y bajar en múltiples facetas: músicos que buscan unas monedas, estudiantes ávidos de sabiduria, mendigos que hacen sonar la vieja jarra casi vacía con algo de calderilla, empresarios que guardan celosos las llaves del negocio o juglares que aprenden de memoria las penas que pasan a diario para recitarlas en tono amargo. Nunca es igual. Y desde ese 11 de marzo de 2004, cada año, el guión de mutis por el foro se repite. En un banco reformado y pintado con los colores institucionales de la comunidad, el rojo, cinco ramos de flores guardan silencio mientras esperan que el día acabe cuando antes. Los recuerdos tristes marcan. Tengo dolor. Me duele la rabia. Y de nuevo, el tren pasa de largo, como la mejor metáfora, buscando aliento en Vallecas; la siguiente parada. La vida continúa con el recuerdo de lo que queda atrás. Donde sea que estéis, Madrid no olvida.